Mi formación en Prana Vinyasa me hizo enamorarme de esta práctica, la búsqueda del despertar partiendo de un movimiento consciente del cuerpo genera apertura y progresos cuando hay disciplina y entendimiento. El movimiento del fluir en Vinyasa te lleva a una alineación que nace desde el ritmo y su entendimiento, y a este sólo se llega mediante la comprensión de la ejecución y observación de un asana en un estado de meditación.
¿Mi mayor aprendizaje hasta ahora? Siempre hay algo que aprender, pues el camino del yoga no termina nunca.
Llegué al yoga cuando tenía 18 años experimentando mis primeras prácticas. Al comienzo no comprendía el trasfondo y los conceptos, lo que generaba un interés en ir descubriendo e investigando en la práctica para comprenderla.
Desde siempre me gustó la conciencia y lo relacionado a lo que se siente cuando el cuerpo se mueve y, una vez descubrí el Vinyasa, comencé a involucrarme de lleno con él. Inicié mis prácticas como alumna en un gimnasio, esto me tomó un año entero y mientras, también estudiaba Artes, con un pintor.
Fue entonces cuando empecé a ver que mi escena de sentir y toda la espiritualidad que transmitía dibujando también lo comencé a sentir y expresar desde la corporalidad y los gestos que realizaba con el cuerpo en cada clase.